31 / may / 2012 - Javier Rosell (@javirosell).
- ¿Está Rato?, que se ponga. ¡Rodrigo! Hola majo, soy Esperanza.
No es el comienzo de un chiste sino de una historia de amor. Amor a un país y lealtad a un partido. Porque don Rodrigo Rato es un patriota. Noble de sangre y abogado de carrera, decidió a los 30 años dedicar su vida a los demás ingresando en Alianza Popular. Miembro de la ‘Quinta de Aznar’ junto a ilustres nombres de la política mundial como Trillo, Zaplana y Álvarez Cascos (los vellos de punta), llevó a este país a lo más alto en el plano internacional.
El paro era un recuerdo del socialismo; los terratenientes vendían tierras de labranza para sembrar pisos; el hombre más poderoso del mundo, nuestro amigo George, aprendía a jugar al mus y escuchaba en la intimidad baladas de Julio Iglesias; a ETA la teníamos cogida por los hue***,... Éramos la envidia económica del mundo.
Con la vitola del neoliberaismo español que había colocado a ese país de toros, sol y flamenco en las portadas de los periódicos mundiales y en los libros de Economía de las universidades más prestigiosas, le hizo el favor al Fondo Monetario Internacional de ocupar el cargo de director gerente. Tras tres años en Washington, creyó que los cachorros americanos habían aprendido suficiente y decidió retirarse en silencio, como los grandes hombres.
Pero le llamó Esperanza Aguirre. Esperanza es mucho. Necesitaba a alguien de confianza para presidir Caja Madrid y liderar el bastión financiero del Partido Popular en que se convertiría Bankia. Y don Rodrigo es un buen amigo. Además, ahí estaría con Olivas, otro gran clásico del PP valenciano. ¿’La Caixa’? ¡Venga hombre! Bastante aguantamos a los catalanes durante la época de Aznar. Mejor Bancaja, que son fieles y de los nuestros.
Don Rodrigo, como gran economista y hombre político, ya sabía sobradamente que Bancaja era un pufo enorme del que habían sacado tajada los populares, el Valencia CF, y demás empresarios engominados. Tampoco había mucha diferencia con respecto a Caja Madrid y don Rodrigo es un hombre que se viste por los pies, honesto, valiente, que desayuno napalm por las mañanas con un zumo de naranja recién exprimido.
En plena reestructuración de la entidad han llegado los alemanes a joder la marrana y presionar a don Rodrigo para mostrar las cuentas. Pero bueno, que sabe perfectamente lo que hace. Viene el tal De Guindos, uno que presidió la filial española de Lehman Brothers, ¡que quebró!, a decirle lo que tiene que hacer. No entienden la grandeza en la gestión de don Rodrigo. Sus mentes no llegan.
Ahora, incluso, quieren que renuncie a su indemnización y dé explicaciones en el Congreso y ante la justicia. Ya le obligaron a bajarse el suelo. ¿Qué pasó? Lo hizo, sin problema. Eso y más. Ingratos.

No es el comienzo de un chiste sino de una historia de amor. Amor a un país y lealtad a un partido. Porque don Rodrigo Rato es un patriota. Noble de sangre y abogado de carrera, decidió a los 30 años dedicar su vida a los demás ingresando en Alianza Popular. Miembro de la ‘Quinta de Aznar’ junto a ilustres nombres de la política mundial como Trillo, Zaplana y Álvarez Cascos (los vellos de punta), llevó a este país a lo más alto en el plano internacional.
El paro era un recuerdo del socialismo; los terratenientes vendían tierras de labranza para sembrar pisos; el hombre más poderoso del mundo, nuestro amigo George, aprendía a jugar al mus y escuchaba en la intimidad baladas de Julio Iglesias; a ETA la teníamos cogida por los hue***,... Éramos la envidia económica del mundo.
Con la vitola del neoliberaismo español que había colocado a ese país de toros, sol y flamenco en las portadas de los periódicos mundiales y en los libros de Economía de las universidades más prestigiosas, le hizo el favor al Fondo Monetario Internacional de ocupar el cargo de director gerente. Tras tres años en Washington, creyó que los cachorros americanos habían aprendido suficiente y decidió retirarse en silencio, como los grandes hombres.
Pero le llamó Esperanza Aguirre. Esperanza es mucho. Necesitaba a alguien de confianza para presidir Caja Madrid y liderar el bastión financiero del Partido Popular en que se convertiría Bankia. Y don Rodrigo es un buen amigo. Además, ahí estaría con Olivas, otro gran clásico del PP valenciano. ¿’La Caixa’? ¡Venga hombre! Bastante aguantamos a los catalanes durante la época de Aznar. Mejor Bancaja, que son fieles y de los nuestros.
Don Rodrigo, como gran economista y hombre político, ya sabía sobradamente que Bancaja era un pufo enorme del que habían sacado tajada los populares, el Valencia CF, y demás empresarios engominados. Tampoco había mucha diferencia con respecto a Caja Madrid y don Rodrigo es un hombre que se viste por los pies, honesto, valiente, que desayuno napalm por las mañanas con un zumo de naranja recién exprimido.
En plena reestructuración de la entidad han llegado los alemanes a joder la marrana y presionar a don Rodrigo para mostrar las cuentas. Pero bueno, que sabe perfectamente lo que hace. Viene el tal De Guindos, uno que presidió la filial española de Lehman Brothers, ¡que quebró!, a decirle lo que tiene que hacer. No entienden la grandeza en la gestión de don Rodrigo. Sus mentes no llegan.
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2 comentarios:
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