Only The Beatles


6 / mar / 2012 - Alfonso Dols

John 

Corría la primavera del año '56 en una localidad del noroeste de Inglaterra. Ese invierno había sido especialmente frío, y ahora empezaba a dar síntomas de debilidad, algunos días de sol aparecían con cierta timidez, alternándose con otros grises, pero algo más templados. Se habría paso la primavera en Liverpool. En estos días los chicos jóvenes salían con sus bicicletas, jugaban al fútbol, y bajaban a los parques y praderas. 

Se hacía tarde para John, y tenía que regresar a casa. Para él era extraño no vivir con su madre y ver desaparecer a su padre cuando era un niño y no tener noticias de él desde entonces. Pero estos domingos eran buenos, comía algo que le gustaba, hablaba con su madre, escucharía música y quizá dieran una vuelta. 

En su camino, John, descubre la ventana abierta del vecino, un excéntrico piloto de avión. Una canción suena en ese salón y John se asoma con cierta curiosidad e inmediatamente queda fascinado por el sonido que escucha. Nunca antes había sentido algo similar. No sabemos si fue ese extraño día de primavera, pero John siente que eso es lo que quiere hacer, es probable que no encajara y puede que no le saliera bien, pensaba, su tía se opondría, claro, pero el lo tenía decidido. Por fin. 

El muchacho de la posguerra de padres divorciados y conflictivo en la escuela, o eso decían los profesores, encontraba algo que le gustara, algo que realmente quería hacer. Se quedó asomado a la ventana hasta que terminó la canción. Pero ésta quedó instalada en alguna parte de su cerebro durante mucho más tiempo. Esa canción. Ese ritmo. Sentía fascinación y asombro sobre lo que podía hacer sentir ese sonido, sobre lo que, aun más asombroso, le había hecho sentir a él. Y quería fabricar eso para los demás. Estaba decidido, quería ser músico. Con aquella decisión la historia cambió para siempre en esa mañana de domingo en Liverpool. 

Podemos descubrir que ese sonido pertenecía a Elvis Presley, interpretando, probablemente 'Heartbreak Hotel'. Y ese joven fascinado para siempre de esa voz y ese ritmo, no era otro que: John Lennon.


Paul 

La noche del 9 de diciembre de 1980 Paul McCartney abandonaba su estudio de grabación en el que se había recluido ese fatídico día. Se sentía cansado y con la cabeza embotada, de tanto pensar, recordar, reír y llorar, de tanto tocar todas aquellas canciones que había interpretado junto a sus compañeros y junto a John. Aquel había sido un día horroroso y confuso. John había sido asesinado. ¿Cómo había sido posible? Era cierto. Esto se ha salido de madre. Todo esto es una locura, George tenía razón. No puede ser. John era necesario en este mundo. ¿Que podríamos hacer sin él?. Pensaba Paul en su estudio de grabación poco antes de que llegara su gente de confianza. Poco después sus asistentes y compañeros le convencieron de que tratara de trabajar con tanta intensidad o más que ningún otro día. Que sería en memoria de un músico, un compañero y un amigo. Le trajeron algunos temas nuevos, con la intención de tratar de distraer a su líder. 

A la noche Paul se sentía como ido, como si todo fuera irreal, y todo transcurriera a cámara lenta. Entonces se acercó un grupo de periodistas. Éstos preguntaron al Ex-Beatle, por el asesinato de John Lennon en su apartamento de Nueva York. 

McCartney contestó: “Estoy muy conmovido, ya sabes, es una noticia terrible”, y añadió: “me he quedado en el estudio escuchando nuevo material porque no quería quedar sentado en casa”. McCartney preguntó acto seguido a los periodistas si todos conocían la noticia, a lo que contestaron que sí. McCartney dijo entonces: “Es un fastidio, ¿no es así?” 

En 1984, en una entrevista a la revista Playboy, McCartney comentó que volvió a casa aquella noche y viendo las noticias de televisión junto a sus hijos, había llorado toda la noche.
 

George 

1965. The Beatles era la mejor banda del momento. Las giras se convirtieron en maratonianos viajes por múltiples países que les mantenían alejados de sus familias. El cansancio y desgaste que sufrió la banda sumió a George en su cada vez más complejo mundo interior refugiándose en la experimentación con distintas corrientes musicales y religiosas, a su manera también, por qué no decirlo, George Harrison buscaba el desapego a todo lo que había significado ser un Beatle. Pelo corto a medida, música adolescente, y sencillas canciones de amor. Quería romper con todo aquello y presentarse al mundo como George Harrison, sí, Beatle, pero también algo más, quería sacar todo el potencial que él y sus compañeros sabían que tenían. Al principio le animaban a componer más a soltarse, pero él era aún reticente a reconocer el verdadero talento que tenía y que podía aflorar. Todo ello lo acercó a la cultura india, conoció a Ravi Shankar (padre de Norah Jones) y su sitar. 

A la vez que George, cada componente experimentó un peligroso viaje interior, en busca de sí mismos, y con el objetivo de obtener canciones que narraran lo más profundo de su ser. Este oscuro y siniestro camino particular, fue acompañado, con alcohol, LSD, anfetaminas, y ego, que a la postre transformó a todos los miembros, fragmentando la unión de la banda que hasta entonces habían mostrado. 

Las drogas habían llegado para quedarse y no ayudaron precisamente a aclarar pensamientos y actitudes. Incluso generó aun más distanciamiento en el grupo, George, el Beatle tranquilo, se mantenía al margen, o intentaba poner algo de sosiego y mesura. Una actitud conciliadora y de pacificación que beneficiaría la convivencia de la banda unos años más. Pronto todo pasará y volveremos a ser los de siempre, pensaba George en ocasiones. 

Para The Beatles toda esta fase, desembocó en una segunda década de los '60 donde se presentan los álbumes más complejos y trabajados, quizá en su cénit musical, 'Rubber Soul', o 'Sgt'. 'Pepper´s Lonely Hearts Club Band', o 'Abbey Road' son algunos de sus discos más recordados discos en esta fase. El estilo de la banda va sufriendo un cambio, y va tornándose más madura, alternando canciones frescas y pegadizas con temas más “oscuros” tanto en las letras, los nuevos sonidos introducidos, y los cambios y transiciones que se producían en cada canción, algunas tan representativas de estos casos son 'A day in the life' (Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band) o 'I want you' (Abbey Road). Así, incluso George, había introducido su sitar en un par de canciones, como en la famosa 'Norwegian Wood', debido a su clara influencia india. En esta fase también podemos percibir el paulatino distanciamiento de la banda, sobretodo de John y Paul, que representaban el liderazgo y la tarea compositiva. 

Un ego engordado por representantes, periodistas y fans, habían dejado el colectivo a un lado. “En aquellos años era difícil volver a vernos como aquellos chicos de barrio”, contaba a sus íntimos George 

Todo se aceleró cuando en agosto de 1967, muere Eipstein, manager del grupo y sobretodo mediador en los cada vez más cotidianos conflictos de la banda. George teme lo peor y no tarda en llevarse a cabo. Si hasta entonces se habían producido desavenencias en la banda, sin Eipstein se habría una brecha casi insalvable. Paul toma las riendas del grupo y lleva las gestiones de la banda. Pero las tensiones no hacen sino acrecentarse, y el último fracaso comercial de McCartney desemboca en la creación de una corporación que se encargará de la gestión comercial de la banda. Nace así Apple con la intención de restablecer el “estatu quo” anterior. Morirá la banda tocando en su azotea, en aquel recordado concierto. La relación entre los componentes ya no era sostenible. La semilla había germinado y abrió paso a un progresivo distanciamiento de terminando con su disolución, juicios incluidos, en 1970.
 

Ringo 

El 30 de noviembre de 2001 Ringo, estaba triste, melancólico, ayer murió George (Harrison), poco a poco todo se va cerrando el círculo, pensaba Ringo, hacía muchísimo tiempo de todo aquello, de los Beatles, y la memoria es ligera y olvidadiza, es probable que cuando ya no quedemos ninguno de aquellos cuatro chicos de Liverpool, poca gente recuerde lo que hicimos. Todo quedará sepultado como hojas que caen una sobre otra en el irremediable transcurrir de la historia. 

Muchas veces me acuerdo de John. Los primeros años lo pasábamos genial, fue real y verdadero. Éramos divertidos y nos reíamos constantemente, de todo y de todos. No sé si esa disensión facilitó la capacidad de creación de John y Paul, pero había magia, se reunían y componían fantásticas canciones en tan solo dos horas, quizá menos. Todo iba genial, todo fluía con suma naturalidad, y el éxito nos acompañaba. Temas pegadizos de estribillos sencillos pero inolvidables, algunos como los de 'Love me do', 'Please Please, me' o 'From me to you'. Primeros y sencillos temas que nos dieron fama mundial, quizá algo malinterpretados, porque para mí representaban dos cosas importante: éramos unos niños, y vivíamos con la misma naturalidad y frescura que nuestras canciones, poco a poco, nuestras vidas, y con ello, la banda se fue volviendo más compleja. 

Cuando murió Eipstein. No tardamos mucho en separarnos, cada uno empezó a grabar por su cuenta, y a pesar de colaborar juntos para realizar algún disco, todos sabíamos lo que estábamos haciendo. Sabíamos que era el principio del fin. 

Durante mi pertenencia al grupo, admirado en tantas ocasiones del talento que conocí me apliqué y trabajé mucho. Me sentía falto de talento, y quise ser lo más indispensable para la banda, a la postre, creo que, en mi medida, di al grupo un valor añadido a la batería que quizá otro no habría conseguido, modestia aparte, nadie sabe todo lo que tuve que trabajar en la sombra para poder “estar a la altura”, para poder seguir viviendo entre aquellos talentos y no sentirme tan menospreciado. Cada halago de mis compañeros apenas podía recortar la diferencia de talento que sentía entre ellos tres y yo

Después de la controvertida disolución intenté mantener el mayor contacto posible con todos. Pero cada uno vivía en un continente y teníamos nuestros proyectos, y parecíamos muy entusiasmados con todo aquello que emprendíamos. Tan solo nos unía el pasado de éxito y nuestra condición de EX-BEATLE que abría numerosas puertas, cada día, varias veces. 

A pesar de todo, a pesar de no conseguir ser otra persona que Ringo Starr el batería de The Beatles. Siempre luchando por ser algo mejor de lo que la gente piensa que eres. Me siento un luchador y un superviviente. Pero sobre todas las cosas me siento un privilegiado, un testigo de excepción de la conjunción de tres de los mejores genios del arte del siglo XX. 

Poder compartir con ellos tanto tiempo, tantas anécdotas, tantas absurdas y sesudas teorías, pensamientos, y bromas me han hecho una persona mucho más rica y completa. Nunca tocar una batería sacó a un chico de Liverpool de trabajar en el muelle, como me pasó a mi. Nunca como hoy recuerdo uno de los más felices días de mi vida, sino el más feliz, aquel en que confirmé a Martin que SÍ, claro que entraría en The Beatles. John me dio la bienvenida, contó alguna anécdota, nos reímos todos juntos y nos pusimos a tocar.

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