15 / oct / 2012 - Raúl Masa (@raulmasa).
Los políticos tienen virtudes y defectos, eso entendemos que es común a todas las personas, pero su gran "talón de Aquiles" llega con la utilización de los pronombres en primera persona, les cuesta demasiado.
En estos días convulsos para la política, y de un gran desapego por parte de la ciudadanía hacia las instituciones públicas, parece claro que ser un cargo público no es algo que se deba ir pregonando a los cuatro vientos. Por ello, una serie de políticos, da lo mismo el puesto o su rango, han decidido que, pese a ser representantes de la ciudadanía y ostentar esos cargos políticos, tienen la extraña obsesión de situarse fuera del cuadro para criticarlo.
En este nuevo juego hay alumnos muy aventajados. Entre ellos destacan los miembros de Izquierda Unida, que al parecer no han entendido el mensaje que lanza la ciudadanía contra la casta política y que les incluye a ellos en el saco. Pero no, oídos sordos, mejor mirar para otro lado. Si nosotros pusimos también consejeros en algunas cajas de ahorros, ahora intervenidas, miramos para otro lado y como si nada. Acudimos a las tertulias de televisión y radio para hablar de "ellos", los políticos. Da lo mismo que seamos una fuerza muy representativas en el Congreso de los Diputados, tendrán que decir entonces "nosotros no nos representamos".
Aunque sin duda, quien mejor representa esa ludopatía por la crítica a la casta política es Rosa Díez (UPyD). Con más de 20 años viviendo de sueldos públicos por su trabajo, el de gestora de los bienes públicos ostentando un cargo político, la ex socialista se olvida de todo, y siempre habla en tercera persona. El "yo", o el "nosotros" lo mantiene muy lejos de su discurso, y siempre es el "ellos".
Todo esto surge tras ver su última intervención en el programa de laSexta, 'Salvados', donde una vez más carga contra el PP, el PSOE, sindicatos, contra todo. Además, criminaliza las actividades políticas y pone a todos ante el paredón sin el menor reparo.
Habría que recomendar a la señora Díez comer rabos de pasa, por lo de la memoria. Y es que ella, que tanto aborrece la política, en el año 2000 se enfrentó a José Luis Rodríguez Zapatero, José Bono y Matilde Fernández por hacerse con las riendas del Partido Socialista. Ahí es nada, pretendiente de La Moncloa.
Sinceramente, su desafección hacia la política queda bastante en entredicho cuando su pasado sale a la luz y rezuma toda esa ansia de poder que ha tenido desde que en los años '80 empezase a tener algún tipo de proyección política.
Esos dardos cargados de rencor que siempre lanza hacia la clase política deberían ir con un sistema de retroceso. Ella, mejor que nadie, sabe de la carne débil que poseen muchos políticos. Veremos cuando en el seno de su partido se instale esa corrupción intrínseca a la actividad política, cómo lo resuelve. Aunque no sería extraño que dijese "ha sido culpa de él".
0 comentarios:
Publicar un comentario