11 / dic / 2012 - Ana Andújar.
Si pensáis que el equipo de SHdC no se sacrifica para daros la mejor información estáis equivocados, porque la devoción por nuestros seguidores nos lleva esta vez a sufrir, muy y mucho, por cubrir un evento de la talla del “Purple Weekend” de León. Mucho frío, música horrenda, vino y comida deleznables en estos primero días de diciembre. Lo que hay que hacer.
Poniéndonos serios (y sobrios), este año el “Purple Weekend” cumplía su 24ª edición, y podemos decir con la boca grande y los dientes negros de cecina, que el cartelazo y los cuatro días de puente que han desatado la locura “mod” en el país le auguran una vida todavía más larga a este festival, que ha aprendido a hacer las cosas bien, involucrando a la ciudad de León en su totalidad y sin soberbias, remarcando la esencia sixties sin marginar nuevas olas de macarrismo y diversión.
Y es que si el “Yeyé” de Gijón era el Vuitton de la música de los '60, las scooter y las pinchadas exquisitas y especializadas, y el “Funtastic” de Benidorm una amalgama de mercadillo guarro, con gitano y cabra destilando Farfisa, punk y garage psicotrópico, el “Purple Weekend” coge lo mejor de cada uno y nos lo sirve a 2 grados bajo cero, implicando a un casco histórico, el Barrio Húmedo de León, con conciertos en cafés, asociaciones juveniles, el pabellón del pueblo, y la típica discoteca de los '80 (Disco “Oh!”: encontrar tus neones fue como una travesía por el desierto), rescatada para dilapidar el dancefloor con los flequillos voladores más perfectos de España y parte de otra costra mundial.
Así, hemos disfrutado de conciertos explosivos muy de aquí: los valencianos Midnight Shots, con un r&b rockero, vientos incluídos y voz espectacular que lo dieron todo en el “Gran Café”. Tanto, que para la tarde del viernes ya confesaban sufrir resaca, y a horas intempestivas lo comprobábamos cuando su teclista nos vomitaba en los pies.
Otros cracks nacionales fueron los asturianos Stanley Road y The Kings of Makaka, o los gamberrísimos The Phantom Keys (ya es el segundo festival que lo vemos en el que también piden on stage “¡¡más cerveza por favor!!” como quien grita socorro delante de Tiburón).
Pero la grandeza llegó con el elenco internacional que nos tenían preparados los hijos del mejor cocido norteño. El jueves, con The Kik y su alegre beat holandés, y como guinda, The Rezillos, punk del 76 directo a tu espinilla.
El viernes no nos dieron tregua, y cuando se nos estaba pasando el pelotazo gastronómico de las tapas de la Plaza de San Martín, Jacco Gardner arrojó una bomba de neutrones tan psicodélica y excesiva que pocos escaparon al viaje astral. Casi en el cielo, The Ripe nos agarraron por una pierna para hacernos saltar sin control: con Jorge Explosión a la guitarra, dispararon todo su 'Into your ears', llenando el “Espacio entre vías” de pop, rock, garage, y otras armonías mágicas.
Por la noche, Bart Davenport, el que fuera cavaliere de los Loved Ones, interpretó junto a los barceloneses Biscuit el “Sound Affects” de los Jam, con “In the city” como regalo e himno eterno a la marea de parkas color caqui que ya inundaba el festival. Pero las dianas encontraron su orgasmo total cuando salieron a escena unos grandiosos Gentleman Jesse, llegados de Atlanta y por primera vez en España, desencadenaron su powerpop vitamínico con rechute punkarra y casi laureados como el mejor concierto del festival, apenas nos dejaron aliento para Los Mockers, mítico grupo beat de los '60 apodado “los Rolling urugayos”.
Reunimos nuestras últimas neuronas para el sábado, cuando Les Terribles incendiaron la tarde con su aroma a guateque sideral, seguimos con excelente Nick Waterhouse y la elegancia de su r&b americano, pues sólo de esa manera se ganaría nuestro respeto un blanco de 25 años. De postre, el enorme Roky Erickson y sus cien kilos de rock progresivo, psicodelia, y salvajismo de serie B.
Nos quedamos con el excelente ambiente de este festival, su mestizaje de estilos dentro de una identidad propia, y la organización non-stop de conciertos, eventos, baile y fiesta, que hacen que desees estar muerto por momentos y al rato te levantas de la tumba a por otro Prieto Picudo. El año que viene hacen el cuarto de siglo, y ya nos chorrea el parka por volver a León.